Curas pedófilos denunciados fueron enviados a Bolivia donde siguieron abusando de menores

La Comunidad Boliviana de Sobrevivientes, primera asociación nacional de víctimas de pederastia de la Iglesia en Bolivia va creciendo. Cada día se suman más víctimas a la lista de los que fueron abusados sexualmente en el país por los curas católicos.
“La comunidad boliviana de Sobrevivientes de Abuso Sexual eclesial nace a partir de una necesidad de organizarnos. A principios de mayo o el 30 de abril, el periódico ‘El País’ saca a la luz el diario de un pederasta. Se destapa toda una ola de abuso sexual de un cura en un colegio internado Juan 23. Los jesuitas hábilmente abren canales de escucha para captar a las víctimas. A muchos les han cooptado con trabajo. Todo este tiempo, estos 40 años, están acostumbrados a resolver las cosas bajo la mesa”, explica a RFI el presidente de esta asociación, Wilder Flores.

El sacerdote español Alfonso Pedraja confesó haber abusado de unos 85 menores entre los años 60 y los años 2000. El jesuita falleció y nunca tuvo que responder ante la institución ni la justicia. Mientras tanto, y tras el escándalo que fue revelado por el diario ‘El País’, Bolivia, inició una investigación.

“El segundo perpetrador, Francesco Pérez, tenía persecución penal en España y lo traen a Bolivia y lo ponen como director del internado, donde comete sus fechorías. Después otro caso tenemos muy graves el padre Luis Toro. Él tenía sentencia penal por violación de una niña de ocho años en España. Y lo traen aquí y lo llevan al Alto de La Paz. Lo ponen a cargo de la formación Catequesis de niños, de novicios como responsable de moral sexual y ética”, explica Flores.

40 años de abusos sexuales reconocidos y encubiertos por la Iglesia, que no se han denunciado hasta ahora.

“Cuando nos pasó todo esto éramos niños. 12, 13, 14, 15, hasta 16 años máximo. Entonces, ¿a quién vas a contar? ¿Quién te va a creer cuando piensas que has sido el único? Estábamos bajo su absoluta responsabilidad. Reemplazaban la figura paterna, la autoridad paterna. Ejercían todo el poder sobre nosotros. Entonces ¿cómo denunciar? ¿Quién nos iba a creer? Era realmente complicado”, recuerda a RFI Wilder Flores.

 

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