
Por Jacobo Colón
En un encuentro casual pero revelador con un alto funcionario del Ayuntamiento de Santo Domingo Este, surgió una conversación que expuso, de manera cruda y directa, las deficiencias de la administración encabezada por Dio Astacio.
Este diálogo, que comenzó con una especie de reclamo por mis «ataques» a la gestión municipal, se transformó rápidamente en un espejo incómodo que reflejó la realidad, 19 meses en el poder y más de 5,000 millones de pesos presupuestados, pero ¿Qué hay para mostrar?
Tras media hora de charla, decidí ir al grano; ¿Puedes enumerarme las cosas que ha hecho Dio Astacio en estos 19 meses?» El funcionario, visiblemente incómodo, hizo una pausa que parecía eterna.
Buscó en su memoria, en sus notas mentales, en cualquier rincón donde guarda sus recuerdos. Finalmente, murmuró: «Resolvió el problema de la basura». Y ahí se detuvo.
Luego una pausa interminable, como si el eco de sus palabras se perdiera en el vacío de los logros inexistentes.
¿Solo eso? Insistí.
Más titubeos, pensamientos lejanos y un silencio que gritaba más que cualquier discurso.
No pude evitar lanzar una andanada de preguntas para romper esa barrera de inacción,
¿Sabes cuántos parques ha construido? Silencio absoluto. »
¿Cuántos semáforos ha colocado para aliviar el caos del tránsito? Nada, solo un mutismo que confirmaba lo obvio.
¿Puedes enumerarme cuántas canchas ha inaugurado?». Intentó balbucear… «Bueno, yo creo que…». Pero el silencio se impuso, y terminó con la cabeza mirando hacia el piso, como quien reconoce una derrota inevitable.
Continué: ¿Y salones multiusos?
¿Alguna plaza cultural?
En ese momento, trató de justificar la inoperancia, pero sus palabras se evaporaron antes de formarse.
La verdad es que no hay excusa posible.
Si el monto invertido en contenedores de basura apenas roza los 200 millones de pesos, ¿dónde están los miles de millones restantes?
¿En qué se han gastado? El funcionario se quedó sin palabras, y con razón, no hay respuesta que no huela a negligencia o, peor aún. .
No quise profundizar en temas como el drenaje pluvial, las aceras rotas, los contenes inexistentes o la iluminación de calles que siguen a oscuras.
Ya sabía la respuesta; Nada. Cero avances.
En Santo Domingo Este, la narrativa oficial se reduce a los contenedores de basura, un «logro» cuestionado que, lejos de resolver el problema de los vertederos, parece agravarlo.
¿Es esto lo que merecen los ciudadanos? ¿Una administración que presume de un solo proyecto menor mientras ignora las necesidades urgentes de un municipio en crisis?
Esta conversación no es solo una anécdota; es un síntoma de un mal mayor en la política dominicana. Administraciones como la de Astacio se sostienen en promesas vacías y en la inercia de un sistema que premia la mediocridad.
Con un presupuesto millonario, se esperaría una transformación visible; parques para las familias, infraestructuras que descongestionen el tráfico, espacios culturales que enriquezcan la comunidad.
En cambio, tenemos un alcalde cuya gestión parece un fantasma; invisible, intangible y, sobre todo, ineficaz.
Los Munícipes de Santo Domingo Este no pueden seguir pagando impuestos para financiar silencios y excusas.
Dio Astacio y su equipo deben responder: ¿Dónde está el dinero?
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¿Qué han hecho realmente por Santo Domingo Este?
Si la respuesta sigue siendo un vacío, entonces es momento de que el silencio se rompa con acciones concretas; auditorías independientes, transparencia total y, si es necesario, un cambio de liderazgo.
Porque una ciudad no se gobierna con pausas eternas, sino con resultados tangibles.
Santo Domingo Este merece más que contenedores nauseabundos, propagadores de enfermedades y causantes de muerte por accidentes; merece un futuro real.
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