
Por Cinthia Polanco
Santo Domingo Este – Para los residentes del residencial Brisa Oriental 7, en este municipio, descansar en familia o dormir con tranquilidad es cosa del pasado. Denuncian que viven bajo un constante asedio de ruidos, motores encendidos por horas, música a todo volumen, consumo de hookah y hasta orines en las paredes de sus casas… mientras las autoridades miran para otro lado.
Según testimonios de los vecinos, el infierno comienza , cuando un grupo de hombres y mujeres se adueñan de una zona convertida en taller improvisado de “bugguis”, donde el escándalo y el desorden se extienden hasta las 2:00 de la madrugada. “Aquí no hay descanso. El que logra dormir, es porque está sordo”, soltó un afectado.
Los residentes aseguran que han enviado videos, fotos y mensajes al Ministerio de Medio Ambiente, al alcalde Dio Astacio, al encargado de Medio Ambiente municipal, Jacobo, y al jefe de seguridad Juan Ramón ese mismo que anda recogiendo infelices en triciclos dizque haciendo cumplir la ley, pero cuando se trata de este caso… ni lo miran. No hacen caso. Nadie responde. Nadie da la cara. Nadie actúa. Explicaron
A esto se suma que los bugguis son encendidos y acelerados de forma constante a cualquier hora del día, provocando un escándalo que impide que la gente pueda almorzar, descansar o tener paz en su propio hogar.
“Esto se ha convertido en un infierno. Ni de día ni de noche hay respiro”, relatan con impotencia. Temen que esta situación termine en una tragedia, por lo que hacen un llamado urgente al presidente de la República para que intervenga y evite una desgracia.
¿Quién protege a los dueños de ese taller de bugguis?, se preguntan. Dicen que la familia propietaria no vive en la zona, por lo que duerme tranquila… mientras los vecinos lidian con el caos.
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“Cuando uno les reclama, responden con arrogancia: ‘Hagan lo que ustedes quieran, esto es mío’. Ya han discutido hasta con un general y un exregidor. Aquí hay una mano poderosa detrás de eso, alguien que no le tiene miedo a la ley porque lo protege la Alcaldía”, denunció una vecina que prefirió no revelar su nombre por miedo a represalias.
El lugar donde operan no tiene baño. Hombres y mujeres hacen sus necesidades al aire libre, orinando en las paredes de las divisiones de las casas cercanas. El hedor, dicen, es insoportable. Y cuando los vecinos les llaman la atención, los mandan “acostar”.
Pero el problema va más allá del escándalo nocturno. En Brisa Oriental 7 hay car wash, centros de diversión informales, expendio descontrolado de bebidas, talleres ilegales, tarantines, carros encima de las aceras y calles convertidas en garajes mecánicos.
“¿De qué Ciudad del Faro están hablando, si aquí lo que hay es un desorden? No hay un solo espacio regulado. Esto es tierra de nadie”, sentenció un residente.
Y mientras tanto, las autoridades bien gracias.