
El profesor universitario, escritor e intelectual dominicano Alejandro Arvelo Polanco aseguró que el uso cotidiano de la inteligencia artificial (IA) en la escritura no debe causar alarma, siempre que se utilice como un recurso auxiliar y no como un sustituto del pensamiento humano.
Arvelo afirmó que la IA está influenciando los hábitos de escritura, pero que eso no representa un problema en sí mismo. “Nada hay de malo en servirnos de los nuevos logros de la ciencia y la tecnología. Es más, quien desee desentenderse de la IA, puede hacerlo, pero eso no impedirá su avance ni frenará a quienes la aprovechen a su favor”, expresó el también exdirector general de la Feria Internacional del Libro de Santo Domingo.
Para Arvelo, las inteligencias artificiales no son una novedad absoluta, sino la continuación de una evolución tecnológica iniciada hace décadas.
“Hace ya mucho tiempo que los procesadores se convirtieron en auxiliares de quienes practican la escritura, libre, profesional o académica”, recordó. Señaló que, en el pasado, escribir con precisión requería tener a mano una colección física de diccionarios y enciclopedias, mientras que hoy esa información está a un clic de distancia.
“No tenemos por qué renunciar a los recursos que nos permiten optimizar nuestro tiempo y nuestras destrezas. Yo, por ejemplo, escribo con un diccionario en línea, pero no sigo a pie juntillas los datos que me ofrece ninguna plataforma multimedia”, puntualizó.
REFLEXIÓN Y PENSAMIENTO CRÍTICO, CLAVES DEL PROCESO EDUCATIVO:
El intelectual dominicano considera que lo verdaderamente importante es mantener viva la reflexión, especialmente en tiempos donde la información abunda, pero no siempre es veraz o útil.
“Cabe preguntarse si esta inteligencia es propiamente inteligencia; e igualmente, si es artificial o, simplemente, inteligencia humana traspasada a una máquina. Lo que no debe apagarse es la llama de la reflexión, en lo cual deberían empeñarse educadores, periodistas, maestros, influencers y políticos”, sostuvo.
Para ilustrar su punto, Arvelo relató una experiencia universitaria de sus años de estudiante de Filosofía en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), cuando debía investigar sobre Marsilio Ficino y Picco della Mirandola sin el auxilio de internet. Comparó esa experiencia con la facilidad actual para acceder a miles de referencias en segundos.
“¿Hemos de renunciar a ello…? No veo por qué. Lo que no hay que hacer es depositarse, de manera acrítica, en brazos de esta masa informe de datos, muchos de los cuales no necesariamente son válidos ni correctos ni verdaderos”, advirtió.
Sobre si los escritores deben adaptar sus contenidos a los parámetros de la IA, Arvelo respondió que pueden servirse de ella, pero sin renunciar a su estilo ni a la autenticidad.
“Lo bueno y lo grande de la literatura, de razón o de creación, es el imperio de la subjetividad. Es el modo de conectar con la parte de humanidad que habita en cada ser humano”, reflexionó, citando a Tolstoi: “Si alguien pinta bien su mundo, habrá pintado el mundo”.
Se pronunció sobre el uso de la IA para escribir libros completos o parciales. Afirmó que podría hacerse como un experimento literario, pero no para publicar bajo el nombre de un autor ficticio.
“Publicarlo bajo la firma de un autor o autora imaginarios no sólo no sería correcto, sino ilegal, pues sería un engaño y un abuso de confianza. No entiendo cuál es el afán de cierta gente en escribir y publicar. Si no se tiene qué decir, no hay por qué escribir ni publicar”, sentenció.
Reflexionó sobre la posibilidad de que muchos jóvenes se interesen más que antes por la lectura, en razón de la cultura digital tiene mucho de escritura, que alterna a partes iguales con las imágenes, quietas y en movimiento, y el ruido o el sonido.
“La lectura, como el azúcar y las drogas, suelen exigir cada vez mayores dosis y cada vez de mejor calidad o eficacia. Siempre es bueno que la gente lea, lo que sea. El tiempo se encarga, por lo general, de hacer que los lectores devengan cada vez más exigentes”.
Agregó que sería una ilusión de creer que la lectura de resúmenes de obras, generados por procesadores de textos puede reemplazar el conocimiento de obras cardinales.
“Pues mal iremos, en el sentido de que estaríamos transfiriendo a otro experiencias y capacidades que nos son propias. En algún sentido, abrimos a conciencia las puertas a la atrofia de esas potencialidades de la mano del facilismo, la comodidad y la pasividad de conciencia. Las inteligencias artificiales son extensiones de las capacidades humanas. En ese sentido, pueden servir al bien o al mal, no menos que las habilidades verbales, las aptitudes organizativas y cualquier extensión de nuestras manos o de nuestros pies. Luego, la actitud cuenta; y la actitud puede ser educada o modificada. He ahí una oportunidad de oro para los educadores de nuestra concreta forma de humanidad. La IA nos puede ayudar a dar un salto, si nos servimos de ella como un auxilio para levantar la frente y mirar más lejos”, concluyó.