
Flores vivaces y marchitas, velones cuyas llamas se han apagado, como las 233 almas que perdieron la vida bajo los escombros del Jet Set aquella fatídica madrugada del 8 de abril. Pero en medio del dolor, también resuena la voz de Dios.
A un mes de la tragedia, se ofició una misa en la zona cero del siniestro, donde el silencio se mezcla con el clamor por justicia y consuelo.
La homilía fue dirigida por el sacerdote Marino Alcántara, quien ofreció palabras de aliento a un pueblo que aún vive en luto.
Misa en honor a las víctimas del Jet Set. Foto/elieser Tapia
“Las vidas que pasaron a otra dimensión no están solas, porque Dios es el padre de amor que abre sus brazos para recibir a cada uno de sus hijos; todos fueron hechos a su imagen y semejanza.”
“El sufrimiento de este pueblo dominicano lo ponemos en manos de Dios”, dijo el padre.
Con voz firme, el sacerdote también lanzó una crítica contundente: “Lo que allí ocurrió es un detonante para estar atentos a los descuidos de las autoridades, que prefieren estar haciendo campañas para permanecer en el poder.”
Agregó que “el pueblo dominicano necesita sanar ante tantas enfermedades sociales de injusticia”.
Personas dejan flores y velones a las víctimas del Jet Set/Foto, Elieser Tapia
Y concluyó con una reflexión esperanzadora: “Hay un Dios que nos observa porque también nos acompaña en el dolor. Y ese dolor solo puede ser sanado en la medida en que abrimos el corazón al Jesús pobre y humilde del evangelio, al Jesús del cambio, que transforma el corazón y da valor frente a las atrocidades sociales.”